Anafe y Política
Pensamientos de un Cartagenero comprometido con un mejor país
viernes, 15 de junio de 2012
Cartas desde Nueva York - 1
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Por Una Sola Cartagena: Balance de la Esperanza
Por: Sergio Alfonso Londoño Zurek
Nos equivocamos en 2008? Firmemente creo que no, no nos equivocamos como ciudadanos al escoger a Judith Pinedo como Alcaldesa de Cartagena. En su momento fue la mejor opción, fruto de una alianza ciudadana y política llamada a cambiar el rumbo de Cartagena. Sin embargo, la historia le imprimirá a su legado una dura crítica acompañada de un positivo balance. Judith y su administración tuvieron importantes logros, tangibles e intangibles en la ciudad de hoy, pero también errores crasos que le costaron muy caro al futuro de Cartagena.
En primer lugar resaltemos la juiciosa labor de saneamiento fiscal del Distrito, atribuible a una política ordenada de recaudo de impuestos y transparencia en el manejo de lo público. Innegables son en segundo lugar, los avances en educación materializados por un norte claro en esa materia, con megacolegios, parques y bibliotecas que, junto con programas lúdicos y deportivos contribuyen a la formación de cartageneros y cartageneras. Las obras para el Bicentenario, como la restauración de teatros, el mejoramiento de la malla vial, la provisión de servicios públicos y la reconstrucción del Parque Centenario y Puerto Duro entre otras, serán un legado importante. Sin duda el Palacio de la Aduana goza de un mejor ambiente que en años anteriores y sus empleados son más profesionales y con mejor formación, capacitados para manejar la burocracia de una ciudad sumergida en complejos retos, por estar atrapada entre la tradición y la modernidad.
Aún así, en orden cronológico, mencionaré lo que para mi fueron los principales errores de esta Administración, atados unos a otros como hilos perennes que caro nos han de costar. Desde el primer día de la gestión, la Alcaldesa tendió un tejido ideológico que marcó profundamente el estilo de gobierno. Sin haberse dado cuenta, creo yo, segregó a una parte de la población cartagenera, eliminando la historia en vez de generar políticas de reconciliación. Quiso la Alcaldesa borrar en 3 años, la historia de la ciudad, que si bien ha estado llena de exclusión y desigualdad, no puede desconocerse porque ello implica que no hemos aprendido nada del pasado. Uno no puede querer generar mejores condiciones de vida para toda la población, negando el rol específico que cumplen en la sociedad cada uno de sus estamentos. Repitió entonces un error garrafal de la historia política y social de Cartagena de Indias.
Desconoció desde el primer día también la importancia de si misma como portadora de una antorcha de esperanza y se olvido que esta antorcha debía ser nutrida y cultivada para garantizar continuidad de elecciones limpias y gobernabilidad transparente en años venideros. La MariaMulata representó junto con su movimiento y la coyuntura de éste un grito desesperado de Cartagena por deshacerse de la macabras garras que permeaban su política. Ello implicaba que los ciudadanos esperaban soluciones a muchas situaciones pero aún más importante, esperábamos un gobierno que escuchara las necesidades de una ciudad que jamás había sido gobernada por alguien que le diera importancia a sus habitantes. A Judith se le olvidó oirnos, atendernos a todos y todas, se sumió el despacho del Palacio de la Aduana en un silencio mórbido y empezaron a crecer esos rumores maltrechos e injustificados de una Alcaldesa que se la pasaba en otros sitios. Como nota aparte, la vida privada de los gobernantes, no es problema de sus gobernados mientras no afecte el rendimiento en el cargo. Más importante aún, Judith no pasó la antorcha, no nos dio a todos los cartageneros y cartageneras pruebas inequívocas de lo que significaba para la ciudad haber votado a consciencia, con hambre e inundados. La gente no aprendió que el voto es sagrado, que la política no es sinónimo de corrupción porque si bien la Alcaldesa fue limpia y honesta sus vidas no cambiaron como ellos habían esperado. La esperanza se marchitó entre inundaciones y canales pluviales, en largas esperas por una audiencia y en sucesivas voces que nunca se oyeron.
En fin, la Alcaldía de la Maria Mulata no fracasó, lo que se hundió fue el sueño de Por Una Sola Cartagena, eso nunca pasó. No tiene ningún sentido crear un movimiento que no aguante el ir y venir de un gobierno y que se dispersen los 116.000 votos cuando a cada uno de ellos se les desvanece la esperanza. En Cartagena como en Colombia debemos aprender que unirnos como ciudadanos tiene ventajas claras, que necesitamos un pacto entre todos para superar nuestros retos. La ciudad necesita aprender a ser competitiva, a proveer seguridad, salud, educación y movilidad a nuestros habitantes, a superar la desigualdad mancomunadamente, aprender a ser puerto y al mismo tiempo ser turística e industrial, aprender a ser la capital no del caribe colombiano sino de toda la cuenca del Caribe, ese fue nuestro propósito fundacional y para eso contamos con esta ubicación privilegiada.
Apostarle a construir una sola Cartagena vale la pena aunque este haya sido un intento fallido, la ciudad no puede ser inferior a su historia y a sus obligaciones con sus habitantes, con la región y el país.
Sergio A. Londoño Zurek
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